domingo, 12 de marzo de 2017

Al farmer le llegó el ajuste
 
 
 

* El área agrícola estadounidense se apresta a marcar un nuevo hito: pronto habrá menos de dos millones de establecimientos de campo, y será la primera vez que ocurra desde que los pioneros colonizaron el oeste tras la compra de Luisiana. Un declive de varios años en los precios del maíz, el trigo y otros productos como consecuencia de la sobreoferta global ha obligado a muchos agricultores a endeudarse. Algunos están abandonando la actividad y muchos temen que se produzca la mayor ola de cierres de establecimientos agropecuarios desde los años 80.
* Algunas cosas cambiaron radicalmente. La participación estadounidense en el mercado global de granos ha caído a menos de la mitad del nivel que tenía en los años 70. El Departamento de Agricultura proyecta una merma del 9% en los ingresos de los agricultores del país en 2017, el cuarto declive anual consecutivo en lo que constituye el mayor bajón del sector desde la Gran Depresión de los años 30.

Hace una década, el auge del biocombustible en EE.UU. y de la clase media de China elevó los precios de cultivos como el maíz y la soja. Muchos productores gastaron las ganancias de la época de vacas gordas comprando tierras y maquinaria de medio millón de dólares. Esto también incentivó un alza de la producción en otros países. Los agricultores de todo el mundo cultivaron unas 73 millones de nuevas hectáreas en los últimos 10 años. Los menores costos de producción, la cercanía a los mercados de crecimiento más acelerado y una mejora de la infraestructura les otorgó una ventaja a los agricultores de otros países. La producción de maíz y trigo nunca ha sido mayor, pero jamás se había almacenado tanto grano.

* Así, los farmers sembraron en esta temporada la menor área de trigo de invierno en más de un siglo. La actividad del campo -aquí y en todas partes- siempre ha sido un negocio marcado por los ciclos de auge y caída. Hoy, los vaivenes son más pronunciados y menos predecibles gracias a la internacionalización de la economía agrícola, en la que más países exportan alimentos y nutren a sus respectivas poblaciones. La participación de los agricultores estadounidenses en el comercio mundial de granos ha caído del 65% a mediados de los años 70 al 30% en la actualidad. Ergo, han perdido influencia sobre los precios.

* La presencia de más productores y compradores en todo el mundo también significa que el mercado es más susceptible a  contratiempos generados por el clima, las decisiones económicas y/o una crisis política. Hace algunos años, la variación de los precios del maíz entre un año y otro no superaba los u$s 40. Desde 2006 en adelante, sin embargo, han subido y bajado más de u$s 120.

* De tal modo el total de hectáreas cultivadas en EE.UU. descendió 24%, a 369 millones. Rusia, en cambio, pasó en los últimos 25 años de ser el mayor importador de trigo al mayor exportador, señala Dan Basse, presidente de AgResource Co. Los agricultores rusos plantaron más trigo el año pasado para aprovechar el alza del dólar frente a un sinnúmero de monedas. Eso los incentiva a exportar la mayor cantidad de trigo posible para obtener dólares, que luego convierten en cerca del doble de los rublos que recibían hace tres años.

* El alza del dólar también abarata las exportaciones de los agricultores de otros países. “Es una sangría lenta, no un corte directo a la yugular”, dice Basse.  Las exportaciones estadounidenses de trigo durante la última temporada fueron las más bajas en casi medio siglo, aunque el gobierno proyecta un alza este año. Basse sostiene que dentro de cinco años exportar trigo no será económicamente viable para los agricultores estadounidenses.
 
 

* Los economistas esperan que este escenario no alcance  la severidad de la crisis de los años 80, cuando los precios de los granos se derrumbaron después de un alza de una década que llevó a los agricultores a expandirse, acumulando deuda. Los valores de las tierras agrícolas se desplomaron y las tasas de interés se dispararon. Muchos agricultores y bancos terminaron en la quiebra. Se estima que ahora, sin embargo, los precios de las tierras se mantengan más estables. Los ingresos de los agricultores alcanzaron niveles récord en 2013, dejando a una buena cantidad con mucho efectivo en sus bolsillos.

Las tasas de interés siguen en mínimos históricos. Aunque se prevé que la relación deuda-activos de los agricultores suba en 2017 por quinto año consecutivo, sigue cerca de mínimos históricos. Los costos de insumos como el fertilizante han descendido y los economistas proyectan una mayor presión sobre los precios de las semillas y las tarifas de alquiler de tierra. La situación podría mejorar si el mal clima reduce las cosechas, lo que estimularía la demanda del suministro excedente de EE.UU.  Para algunos, se trata de una oportunidad. Los agricultores con poca deuda y suficiente escala para aprovechar las cosechas récord del año pasado podrían estar en condición de alquilar o comprar los terrenos de sus vecinos más atribulados.

* Les Hopkins acaba de vender su concesionario de John Deere luego de que las ventas prácticamente se paralizaron. Los agricultores que financiaron las compras de maquinaria le deben unos US$100.000. “El dinero se fue”, admite. Los banqueros dicen que muchos agricultores están gastando sus ahorros para mantenerse a flote y prevén que algunos opten por jubilarse en lugar de seguir perdiendo dinero. Los agricultores jóvenes que carecen de grandes ahorros son vulnerables, al igual que los cultivadores de mayor envergadura que se endeudaron con el fin de expandirse. Algunos sellaron arriendos de varios años a alquileres muy altos. 

*  David Radenberg dice que ésta podría ser su última cosecha si el mercado no mejora.  Después de 30 años, el final de su carrera como productor agropecuario parece estar más cerca. “¿Qué haré? ¿Consigo un trabajo en Wal-Mart saludando a la gente o en el taller de mecánica?”, pregunta. Toda una definición.
 
Fuente : The Wall Street Journal

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