domingo, 19 de enero de 2020

¿El fin del libremercado?



El acuerdo Fase 1 firmado entre chinos y norteamericanos va a derramar ríos de tinta antes de que se mueva un sólo dólar producto del convenio entre las dos primeras potencias del mundo, y seguramente mucho después también. A primera vista, los acuerdos de libre comercio aparecen amenazados; de hecho Trump lo ha reconocido: "Estamos corrigiendo los errores del pasado y armando un futuro de justicia económica para los productores y trabajadores estadounidenses". A criterio de más de un analista, el requerirle a China montos determinados en materia de compras de productos USA, se pasa paulatinamente de un mercado libre a otro dirigido.

El acuerdo obliga a China a aumentar sus compras en EE.UU. en un 50% durante los próximos dos años. Eso incluye productos del agro, energía, bienes manufacturados y servicios. "La única forma que tiene para cumplir este compromiso es recurrir a un estilo soviético en el manejo del comercio fronteras afuera", dicen desde el Instituto Petersen para la Economía Internacional. "Es muy loco ver lo que sucede, después de décadas de pedirle a China que se allane a los mecanismos de mercado y permita la competencia entre actores. Es un enorme retroceso en lo que ha venido pregonando EE.UU. en los últimos 40 años"

En el plano agrícola China deberá sumar en dos años compras por u$s 32 mil M por encima de lo que ya se llevaba en 2017. Es dudosa la aprobación del farmer. "Lo que queremos son largas y normales relaciones comerciales con los chinos, no estamos pensando en los próximos dos años sino mucho más allá. Los negocios que duran pasan por relacionarse, no por obligar al otro", dice un agricultor de Iowa.

La afirmación del negociador chino, en el sentido de que van a comprar según la condición del mercado, es la que sacudió a los inversores, que ahora van comprendiendo que de todos modos el futuro no puede ser peor que lo que han sido los últimos 18 meses. Como fuere, hay una realidad que no puede soslayarse: si la condición de mercado no es buena (demanda pobre), China deberá perjudicar a otros proveedores para cumplir con el pacto con la Casa Blanca; esos países no verán con agrado semejante cambio.

La soja USA es considerada el producto que mueve la aguja en las relaciones con China (51% de los negocios con el gigante asiático). Si hay alguna chance de que Beijing cumpla con el acuerdo necesariamente tiene que pasar por la oleaginosa, y es probable que Brasil salga perdiendo o al menos resignando su liderazgo, que depende en un 80% del cliente de Oriente. De hecho, productores y exportadores brasileños se apuran a vender su soja en la sensación de que pronto los precios no serán los mismos. Asumiendo que la soja tendrá la mitad de los u$s 36.000 M que debe comprar China en EE.UU., varios analistas empiezan a plantearse el siguiente gráfico:




El tema a Trump no le preocupa: "América está primero", dice considerando a su país como todo un continente. Por lo pronto, la Unión Europea ya avisó que irá a la Organización Mundial de Comercio (OMC) si el acuerdo Fase 1 implica una desventaja artificial para su gente.  Robert Lighthizer, el líder de los negociadores de EE.UU., se apuró a decir que el acuerdo no viola las reglas de la OMC. Como Trump, prefiere negociar país por país antes que recurrir al sistema internacional de comercio que el propio EE.UU. se esforzó en instrumentar. "Si erés la primera potencia mundial nada te conviene más que los acuerdos bilaterales", indicó.

 ¿Qué puede cambiar esta historia? Que China recupere hacía fines de este año buena parte de su rodeo porcino y a partir de allí se pueda esperar un nivel de demanda similar al que apuntaba el gigante asiático antes de la fiebre porcina africana, lo cual dejaría espacio para todos sus proveedores. Que así sea.



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